Aunque mucha gente no repare en ello, el frigorífico es el electrodoméstico que más energía consume a lo largo del año en el hogar. Lo cierto es que se pasa encendido las 24 horas del día y lo hace siempre trabajando para que los alimentos que guardemos en él se mantengan fríos. Pero… ¿Es posible reducir su consumo?
En todas las neveras se puede encontrar un termostato para regular la temperatura a la que enfría el frigorífico y su correspondiente congelador. Y, aunque pueda parecer que es algo irrelevante, esto juega un papel crucial en términos de consumo. Cada nivel de temperatura que reduzcamos aumentará el consumo del aparato.
Por este motivo, conocer cuál es la temperatura óptima para mantener los alimentos es una buena idea para poder ahorrar en la factura de la luz. En este sentido, tener una temperatura muy baja no solo aumenta el consumo de electricidad, sino que también puede hacer que se forme escarcha en el interior de la nevera. Mientras que poner una temperatura demasiado elevada puede hacer que los alimentos se conserven peor.
La temperatura ideal
La Organización de Consumidores y Usuarios tiene la respuesta de cuál es la temperatura idónea a la que poner el frigorífico: entre 3 y 7 grados centígrados. Una temperatura a la que los alimentos se mantendrán en buen estado y, a la vez, no gastarás mucha energía. Además, también es importante tener en cuenta si la nevera está llena o vacía, ya que esto también influye a la hora de marcar una temperatura u otra.
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